Maud Mannoni.
15 de julio de 2010
13 de julio de 2010
Fragmento del cuento intitulado “Coloquio con la madre. Novelas para un año”, de Luigi Pirandello:
Pirandello ha vuelto a la casa de la infancia, y dialoga con su madre, ya muerta, sentada en un sillón:
P: Y esta es tu música, la reconozco. Recuerdo cuando nos la cantabas.
M: Te llamé para decirte todo lo que no pude por tu ausencia… antes de dejar la vida…
P: … Ser fuerte ¿no, mamá?... Hoy, como ayer, como siempre…
M: Te ríes de mí… ¿eh?
P: No, mamá, dímelo, lo necesito. Por esto he venido.
M: Debes relajarte… ser fuerte no significa tener que vivir siempre así (aprieta el puño), significa saber vivir también así… (la mano se abre, suave, relajada).
P: Dios, madre, tus dedos…
M: ¿Ves, Luigi, cómo el cuerpo se había reducido? Por eso vino la muerte; debía venir. (Luigi se queda en silencio, llora, agarrándose la cabeza.)
M: No, no llores, Luigi… Si me quieres tanto, debes pensarme como me ves aquí, ahora, viva…
P: No mamá, no lloro por eso…
Te recuerdo, madre, siempre te veo como estas ahora. Siempre te imaginé como lo hago ahora, viva, sentada aquí, en tu sillón. Lloro por otra cosa, mamá. Lloro porque tú no puedes pensar en mí. Cuando estabas sentada aquí, yo decía: “si desde lejos me piensa, yo estoy vivo para ella”. Esto me sostenía y me confortaba. Ahora que tú estás muerta y no me piensas más, yo ya no estoy vivo para ti y no lo estaré nunca más…
M: Ah… me cuesta mucho, hijo, seguir tus pensamientos, se volvieron demasiado difíciles para mí. Sin embargo, siento que puedo decirte una cosa todavía. Mira las cosas con los ojos de los que no ven. Sentirás el dolor, es cierto, pero ese dolor las hará más sagradas y más hermosas… Quizás te llamé para decirte eso…
“Mirar las cosas con los ojos de los que ya no ven, o de los que ya no pueden ver; ser pensado por otros que nos otorgan su mirada; imaginar la mirada de los otros sobre nuestros pensamientos mientras escribimos… […]
El pensamiento es impensable sin el pensamiento de los otros”
Con toda su generosidad y humildad, Silvia Bleichmar nos deleita en la introducción de su libro La fundación de lo Inconciente.
Pirandello ha vuelto a la casa de la infancia, y dialoga con su madre, ya muerta, sentada en un sillón:
P: Y esta es tu música, la reconozco. Recuerdo cuando nos la cantabas.
M: Te llamé para decirte todo lo que no pude por tu ausencia… antes de dejar la vida…
P: … Ser fuerte ¿no, mamá?... Hoy, como ayer, como siempre…
M: Te ríes de mí… ¿eh?
P: No, mamá, dímelo, lo necesito. Por esto he venido.
M: Debes relajarte… ser fuerte no significa tener que vivir siempre así (aprieta el puño), significa saber vivir también así… (la mano se abre, suave, relajada).
P: Dios, madre, tus dedos…
M: ¿Ves, Luigi, cómo el cuerpo se había reducido? Por eso vino la muerte; debía venir. (Luigi se queda en silencio, llora, agarrándose la cabeza.)
M: No, no llores, Luigi… Si me quieres tanto, debes pensarme como me ves aquí, ahora, viva…
P: No mamá, no lloro por eso…
Te recuerdo, madre, siempre te veo como estas ahora. Siempre te imaginé como lo hago ahora, viva, sentada aquí, en tu sillón. Lloro por otra cosa, mamá. Lloro porque tú no puedes pensar en mí. Cuando estabas sentada aquí, yo decía: “si desde lejos me piensa, yo estoy vivo para ella”. Esto me sostenía y me confortaba. Ahora que tú estás muerta y no me piensas más, yo ya no estoy vivo para ti y no lo estaré nunca más…
M: Ah… me cuesta mucho, hijo, seguir tus pensamientos, se volvieron demasiado difíciles para mí. Sin embargo, siento que puedo decirte una cosa todavía. Mira las cosas con los ojos de los que no ven. Sentirás el dolor, es cierto, pero ese dolor las hará más sagradas y más hermosas… Quizás te llamé para decirte eso…
“Mirar las cosas con los ojos de los que ya no ven, o de los que ya no pueden ver; ser pensado por otros que nos otorgan su mirada; imaginar la mirada de los otros sobre nuestros pensamientos mientras escribimos… […]
El pensamiento es impensable sin el pensamiento de los otros”
Con toda su generosidad y humildad, Silvia Bleichmar nos deleita en la introducción de su libro La fundación de lo Inconciente.
"Lo que no puede tomarse volando habrá que alcanzarlo cojeando" Abu Hariri
(frase citada por Freud en su texto Más allá del principio del placer)
-*- El título del blog remite a cuando Freud señala que el fin de la cura conduce al sujeto a una elección a rehacer, una elección que recae sobre una nueva relación del sujeto, una nueva posición con él mismo y con aquellos tantos otros subrogados de aquel Otro...
Pero lo importante es el descubrimiento de la posibilidad de ELEGIR y recrear por nosotros mismos aquello que fuimos, somos y seremos...
Una vez iluminado el trayecto la ruta se va a construir y reconstruir, pero esta vez desde la lucidez y la propia verdad. -*-
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