13 de agosto de 2010


Reportaje a Silvia Bleichmar
Realizado por Mirtha Benitez, Diego Soubiate y Ariel Pernicone

-Realizado el día 19/5/01-

Ariel Pernicone: Me interesaría comenzar preguntándole sobre su historia, su historia como psicoanalista: que nos cuente como fueron sus inicios, su formación inicial y su acercamiento al psicoanálisis con niños.

Silvia Bleichmar: En realidad, yo comencé estudiando otra carrera, sociología, y después continué con psicología. Mi acercamiento al psicoanálisis se produjo en un momento de plena fractura de los paradigmas kleinianos y con la llegada al país de la revolución lacaniana que tiende a ser vista, en su versión oficial, como "Masotta", pero en aquella época, mucha gente -me incluyo- se acercó a Lacan a partir de la vertiente "Althusser-Sciarreta" que constituyó un polo muy importante de discusión con el establishment psicoanalítico. Había una sensación de agotamiento terrible de los modelos psicoanalíticos previos (de los cuales después uno pudo rescatar muchos aspectos) y del modelo institucional del psicoanálisis, con lo cual yo ingreso a partir de esto.

Mis lecturas de los 70' comienzan con la Antropología Estructural de Levi Strauss (recuerdo todo un año de trabajo), con los textos de lingüística de Saussure y Jakobson, la gramática de Martinet, para llegar finalmente a otro año de trabajo entero sobre "La instancia de la letra", de Lacan .

Pero de todo modos tuve la idea -creo que fue una buena intuición- de tomarme un tiempo para estudiar Freud antes de empezar a estudiar a Lacan. Tenía la convicción de que quería darme una base sólida freudiana .... No sé muy bien por qué, tal vez por mi pasado de estudios sociológicos que me hacían pensar que había que empezar por los clásicos. Entonces decidí darme mucho tiempo de trabajo con Freud y fundamentalmente con la Metapsicología. Por eso cuando me acerco a Lacan, lo hago ya con una formación muy freudiana, sobre todo en el método. Porque una de las diferencias que tiene el método expositivo de Freud es que permite ir viendo cómo despliega las ideas; más aún, tiene la cualidad de que Freud permanentemente se pregunta sobre lo planteado previamente y lo discute haciendo con ello lo que Popper llama falsación: ejerce una falsación intrateórica constante. De modo que el discurso de Lacan, si bien me impactó enormemente, me transmitía como una sensación dogmática y aunque participé del proceso y me consideraba lacaniana, el dogmatismo me producía una cierta sensación de incomodidad, dándome la impresión de que yo no me movía cómodamente en el interior de enunciados cerrados. Entonces me mantuve en un freudismo fuerte, si bien atravesado por Lacan... ese fue mi punto de partida en psicoanálisis.

Y estudiaba... Y leía a Klein y a los kleinianos, por que más allá de que siempre tenía la sensación de meterme en una especie de mundo de irracionalidad teórica, al mismo tiempo me eran como muy insinuantes y muy evocativos desde el punto de vista de las fantasías y de la actitud que tienen de no claudicar respecto a la sexualidad infantil: eso era algo que me producía mucho impacto..... Si bien recuerdo una vez que trabajaba un texto de Klein y después de estar varias horas sobre él quedé mareada, pero mareada porque buscaba la racionalidad y me encontraba con seis definiciones diferentes de la misma cuestión, prácticamente en proceso primario, sin que ella se preguntara si eran contradictorias o no.

Pero diría que mi formación estuvo fuertemente atravesada por Bachelard, Canguilhem, por la epistemología de la segunda mitad del siglo XX, con una fuerte formación en los clásicos marxistas, y en particular en el llamado marxismo occidental (cuando digo marxismo occidental me refiero por ejemplo a Habermas y Adorno en el marco de lo que se llamó "pensamiento post-metafísico." Esto marca de algún modo los orígenes teóricos de lo que yo hago.... de lo que soy...

Ariel Pernicone: ...¿Y niños? ¿Por qué psicoanálisis con niños?

Silvia Bleichmar: Y niños... ¿Por qué niños? En realidad me pasa que además de descubrir que es un campo extraordinario de investigación y un campo privilegiado para ver la constitución del sujeto -que es lo que trabajo-, yo siento un enorme placer de trabajar con chicos. Es algo que me da mucho placer, me gusta trabajar con chicos, me gusta pensar en los niños, me gustan los niños, disfruto enormemente. A tal punto que hace algún tiempo me pasó algo muy gracioso: vino una mamá cuya niña terminaba el análisis a una entrevista y me preguntó : "Si dentro de unos años mi hija necesitara un analista, ¿usted la vería de nuevo?". Y yo le respondí: "Bueno, en ese momento va a necesitar un analista adulto" (risas) Fue una situación desopilante, porque lo terminé de decir y nos empezamos a reír las dos ...
Me pasa algo muy especial con los niños, en primer lugar... bueno, yo fui una niña que vivió una época muy intensa del país y del mundo: la post-guerra, el ascenso y caída del peronismo... de modo que tengo una infancia muy atravesada por grandes problemas ligados a la vida y la muerte. Y es tal vez en virtud de eso que siento un enorme placer de contacto con los niños y, al mismo tiempo, un enorme enojo y rechazo a la puerilización de la infancia. Me molesta mucho el menosprecio por el pensamiento infantil. Tengo la impresión de que el diálogo con el niño es un diálogo que incluye aspectos realmente existenciales profundos. Tal vez sea eso lo que me produce ese placer convocante con los niños.
Y además he ido avanzando en una investigación sobre problemas de la constitución psíquica, que se va extendiendo al campo del análisis de adultos pero sigo trabajando con niños. No soy de la gente que con los años se reduce a supervisar. Más aún, trabajo muchas horas con niños; trabajo diariamente cuatro, cinco y, a veces, hasta seis horas con niños. Esto para un analista de niños, es mucho.


El reportaje sigue... para leerlo completo ingresar a www.silviableichmar.com en la solapa "reportajes" abajo de todo cliquear en:"Reportaje en Revista Fort-Da por Mirtha Benitez, Diego Soubiate y Ariel Pernicone"